Fuí sacerdote durante la Burnirg Crusade.
Nouda, Sacerdote sombras. Era mi main, mi avatar, el que me dió un nick para internet.
Conseguí la montura épica cuando realmente "costaba" ahorrar esos 5000 oros, y pillé el draco abisal cuando tenías que tirarte en esa plataforma endemoniada un mes y pico. Hice mucho PvP, y arenas, y cambié a healer cuando se necesitaron curanderos para Karazhan, Gruul y Magtheridon (lo siento, no avancé más de ahí en su momento :P).
Hice muchas cosas con él, pero cuando llegó Rasganorte, y lo subí a 80, y tras unos Naxxramas y heróicas no le encontraba "feeling". No me sentía cómodo ni curando ni haciendo dps. El PvP con él ya no me gustaba, y el gusanillo del tanqueo empezaba a llamar a mi puerta. Es entonces cuando creé a Icarel, mi paladín, y main desde entonces. He hecho con él muchas más cosas que con Nouda, y me gusta mucho jugar con él. El sacerdote quedó relegado a conseguir Ojo de dragón, y hacer Bolsa de tejido de Escarcha.
Subí otros 4 80's más. Zoco, Sabatar, Yarael y Bagathur. Cada uno me encantó en su momento. De hecho, ahora a quién le echo más horas es al guerrero. Pero desde hace 2 semanas me picaba el gusanillo de recordar al priest. Cómo mataba, cómo curaba, cómo echaba escuditos, cómo se convertía en un yonky de las sombras... Así que este fin de semana le desempolvé el equipo de Naxxramas que tenía, le re-talenté un par de detalles y le puse un par de gemas nuevas. Sonreía mientras veía a mi pequeño elfo pelirrojo volver a sentirse fuerte, poderoso y guapo (sí, así somos los belfos, que pasa? :D :D)
Pero no es lo mismo.